Mírate. Mírame.
¿Qué ha pasado?
Hemos cambiado.
¿Acaso no recuerdas los días en los que no podíamos pasar el uno sin el otro? Los mensajes infinitos o esas llamadas que en un principio serían de 10 minutos y terminaban durando horas. Cuando al verme me cogías con tus perfectos brazos y no me soltabas hasta 15 minutos después, me decías que necesitabas saber con certeza que no era un sueño, que estaba ahí contigo.
No te gustaba estar sin rozar mi piel, según tú, necesitabas sentirme. Me susurrabas que era diferente, que te hacía sentir cosas que tú ni si quiera sabías que existían, me decías una y otra vez que por nada del mundo te separarías de mi. Sonreirme era tu particular manía, adorabas matarme a cosquillas, según tú mi risa era adorable y muy natural; que aunque te dijera que pararas, me encantaba jugar contigo.
Y las tardes comiendo chuches, siempre cogías las que más me gustaban, hacías la acción de meterlas en la boca pero después me las dabas ami. Me dijiste que era tu prioridad, que me tenías ante todo y que ya sabías cual era tu "misión" en la vida, hacerme feliz.
Pero todo cambia, nosotros cambiamos.
Lo que piensas que es eterno no tarda en tener un final.
Ahora siempre que me acuerdo de ti me hago la misma pregunta, de si todo aquello era verdad, todo lo que decías, porque lo que me prometiste ya veo que no. Nunca te separarías de mi, y aquí ya no estás.
Fuiste tú. Fuiste tú el que me falló, el que decidió irse de mi vida sin ninguna explicación, tu único argumento fue que ya no sentías lo mismo. Si de verdad quieres a alguién, los sentimientos no cambian, yo no he cambiado.
Pero solo me queda decirte una cosa: Eres pasado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario