Llegó. Los primeros días no podía parar de hablar de él, de su boca solo salía su nombre, eso hacía que le echara más de menos pero también le sentía más cerca.
Los segundos pasaban lentos, ella no tenía cobertura, y cuando pillaba intentaba llamarle, pero no había respuesta por parte de él; o estaba apagado o no lo cogía, le enviaba sms a lo que tampoco contestaba, no sabía como tomarse todo eso. Los nervios le podían y optaba por enviarle sms rallándose diciéndole que si ya se había olvidado de ella. Los rallazos eran continuos, sabía que era lo que él más odiaba, pero se sentía mal.
A los días, un sms le llegó era de él, le decía que la quería, y que estaba fatal.
Una de las llamadas se la cogió, le dijo que lo había estado pasando bastante mal, -ella pensó "entonces como yo"- y que la quería muchísimo, la chica le pidió perdón por todos esos sms que no venían a cuento y por todas esas comeduras de cabeza. Ya quedaba menos para verle. Ya quedaba menos para abrazarle.
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