Ella abrió la puerta, vio a su amigo, la señalo y dijo "ahí la tienes" y entonces se giró él con un "¡¡mi niñaaaaaaa!!" que sonaba alegre y feliz, acompañado de un fuerte abrazo.
La tarde fue perfecta, la verdad es que echaba muchísimo de menos todas esas cosas que solo él le daba. Esos piques, que aunque ella se quejara, no quería que parara, le encantaban. Esa sonrisa, que tenía claro que la quería seguir viendo todos y cada uno de los días que le quedaban.
Lo miraba y no podía explicar lo que sentía, era la persona a la que más había echado de menos, era algo increible.
En ese momento tenía más claro que nunca que no quería separarse de él.
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